Llevo 35 años queriendo quererme, y ha sido bastante
complicado, mis defectos me lo impedían. En una relación de amor convencional
el amor surge de repente, a primera vista. En otros casos, el amor es fruto del
contacto, como decimos en España, del roce.
Curiosamente, después de rozarme, conocerme y verme a
primera vista cada mañana, en lugar de surgir ese amor, he llegado a odiarme.
Hubo mañanas en las que al despertar, no sólo no me reconocía, sino que al
hacerlo me cargaba de reproches. Mis errores y mis defectos hablaban con voz
más alta y firme que mis pequeños logros y virtudes.
Lo bueno del paso del huracán DEPRESIÓN es que al barrer
toda mi existencia, también eliminó muchos de mis defectos y temores así como
la percepción de mí mismo. Cuando arrasó los cimientos de mi vida dejó un
lienzo lleno de polvo que una vez limpiado quedó blanco e impoluto sobre el que
volver a trazar mi nueva vida.
Lo malo de empezar a pintar sobre un nuevo lienzo es que, si
no tienes perfectamente definido el resultado, puedes dar trazadas erróneas o
salirte de las marcas, es decir, puedes dar pasos en falso que estropeen tu
vida en el futuro.
Siguiendo el hilo de la metáfora, en lugar de esforzarme en
pintar un cuadro muy concreto de lo que deseo en el futuro, voy a liarme a dar
brochazos desde lo más profundo de mi ser, a dejar que mi subconsciente trace
sus propias líneas y a respetarme como artista, sin importarme demasiado el
resultado del cuadro o la opinión de los críticos, que son más de lo que he
invitado.
Hoy he dado un paso más hacia mi recuperación, me he
adueñado del lienzo que representa ahora mi vida, y en lugar de lanzarlo a las
llamas como deseaba hace más de un mes, voy a dejar que mi nuevo yo se adueñe
de los pinceles y trace mi nuevo futuro.
Algo que nos une a los depresivos y a los no depresivos es
la falta de amor sincero a nosotros mismos, vagamos por el camino que es la
vida esperando que otros nos proporcionen el amor que no somos capaces de
proporcionarnos. Eso como indica el dicho es “Pan para hoy y hambre para mañana” o como reza la sabiduría popular “Es necesario aprender a amarse para poder
amar a los demás”.
Lo complicado de amarse uno mismo, es que tras tantos de
intentarlo de forma fallida, es necesario descubrir el modo correcto de
hacerlo. En mi humilde opinión, todos nacemos con unas carencias y a medida que
crecemos nuestro entorno nos añade otras nuevas, sea inseguridad, cariño,
recursos económicos, etc. Por esa razón andamos buscando alguien o “algo” que
supla nuestras carencias. Para lograr amarse uno mismo primero debemos
descubrir esas carencias, estudiarnos y entendernos, y sobre todo tratar de
suplir nuestras necesidades por nuestra cuenta. En caso de resultar imposible, no
queda otra opción que aprender a convivir con nuestros defectos y llegar
incluso a quererlos también.
Aparte de eso, amarse tampoco debe resultar tan complicado,
ERES LA PERSONA QUE MEJOR TE CONOCE. Ya sabes que te hace feliz y sobre todo
que te causa infelicidad, omite todas las razones que creas que te dificulten
amarte y céntrate en todo aquello que te hace especial, único y diferente.
Disfruta de tu cuerpo, de tu familia, tus amigos o tu
entorno, pero sobre todo aprende a disfrutar de tu compañía. Si antes te decías
lo negro que se veía todo, trata de contarte chistes viendo una comedia, de
animarte mientras corres y de llamarte guapo frente al espejo. Pero sobre todo
recuerda que eres la única persona con
la que vas a convivir el resto de tu vida.
Es el momento ideal para cogerse uno mismo de la mano e ir
al cine a ver la peli que más te guste, a cenar tu comida preferida e ir de
compras o a bailar. El momento de aportarte la felicidad que antes esperabas
que te aportasen otros, el momento de ser uno mismo, de amarse y sobre todo…
respetarse.
Y recordad, como suelo hacer, me despido con una cita
célebre, en ésta ocasión del gran Oscar Wilde, que dijo:
“Amarse a uno mismo
es el principio de una historia de amor eterna”
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