En las últimas semanas he dejado tareas pendientes, tanto
importantes, como pequeñas. Además de descuidar mi aspecto físico, dejé de lado
las pequeñas obligaciones del día a día. Entre la falta de sueño, de
motivaciones, de ganas, de energía y un largo etcétera de carencias sólo
deseaba pasar el día lamentándome y tratando infructuosamente de distraerme
para no pensar en todo lo que me hace daño. Por esa misma razón, con el
objetivo de mantener mi mente y mis manos ocupadas, voy a tratar de tomar un
poco más la riendas de mi vida y estoy haciendo una lista con aquellas cosas
que tengo atrasadas ordenadas por su importancia; desde trámites legales
referentes a la custodia de mi hijo mayor a colocar mi armario o implicarme un
poco más en las tareas del hogar.
No digo que vaya ni pueda concluir mi lista en un solo día,
sencillamente voy a incluir en mi “rutina de recuperación” el apuntar
diariamente nuevas tareas y tachar aquellas que voy terminando.
De ese modo espero seguir el sabio consejo de mi psicóloga y
poner orden en mi vida, y además confío en que mientras las realizo mi mente
deje de dar vueltas a pensamientos nocivos. Además, estoy convencido de que al
ver tareas conclusas, los trámites en marcha y la casa (y mi armario) más limpios,
sentiré la satisfacción que te aporta el trabajo bien hecho.
Hablando de mi armario, ahora que lo he dejado abierto con
su caótico desparrame bien expuesto, lo veo como una buena metáfora de mi
situación actual, está más desordenado que la cara de Rossy de Palma, lleno de
prendas que no necesito junto a otras que sí preciso y están ocultas y
arrugadas. Jerséis de lana bajo bermudas, bufandas entre bañadores, etc.
Así que voy a intentar hacer lo mismo con mi armario como
con mi mente y mi vida, TODO lo que no necesite más (es un buen momento para
ser altruista y donarlo a alguien que lo precise) se va fuera, de mi armario y
de mi vida. Aquello que me pueda ser útil en el futuro, pero que ahora solo
representa una carga, al desván, pero ojo, dobladito y en orden. Y las prendas
y emociones que necesito y voy a usar ahora, colocadas e impolutas. De forma
que cada vez que abra mi armario y mi mente, encuentre fácilmente lo que quiero
y necesito, sin tener que buscar demasiado y sin apartar cosas innecesarias.
En resumen, que ver mi armario, mi casa y sobre todo mi vida
desordenados y sin control, no hacen más que empeorar mi situación, primero por
el sentimiento de culpa que tan fácilmente aflora últimamente por dejar tareas más
o menos importantes, segundo, por mantenerme ocupado en organizar mis asuntos y
en tercer y más importante lugar, por ir consiguiendo pequeñas metas,
organizando mi vida de nuevo y disfrutando del placer de ser productivo.
Lo dicho, voy a empezar con mi nueva inserción a la rutina y
a limpiar y ordenar mi armario que buena falta le hace. Nos vemos luego….
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