Aunque parezca un título recurrente, si antes hablaba de
aceptar mi realidad ahora me llega el momento de afrontarla, es decir, de tomar
la iniciativa ante aquellos males que me afectan y si bien no puedo cambiar
alguno si puedo modificar mi actitud ante ellos.
Uno de los principales detonantes de mi ansiedad y causa de
mi depresión es mi relación con mi expareja y el hijo que tenemos en común.
Nuestra separación, como muchas, fue dura y destructiva para ambos, el problema
en mi caso y, lamentablemente en muchos más, es cuando hay hijos de por medio.
Antes de avanzar más, quiero dejar bien claro que, depresivo
o no, quien realmente ha de primar en éstos casos son los hijos sobre todo lo
demás. Debemos anteponer el bienestar de los niños a nuestras diferencias o
rencores si los hay. Pero voy a ahorrarme generalizar ya que cada caso es un
mundo. En el mío (lo siento, es mi Blog) me causa tremenda ansiedad el hecho de
no saber hasta el último momento si la madre me va a entregar a mi hijo o no hasta
el último momento. Podría escribir durante días sobre lo injusto que considero
la parcialidad en las sentencias de custodia y sus dichosos regímenes de
visitas, pero eso sería entrar en camisas de once varas y desviarme del tema.
La cuestión es que mi frágil estabilidad emocional y mi
agudizada ansiedad dependen de si podré ver a mi hijo o no. La simple incógnita
sobre ello ya hace que esté más nervioso que Pocholo de vacaciones en Colombia.
Pero en mi estado ansioso depresivo tiendo a negativizar todo, y la cuestión no
es que me ponga en lo peor, sino que sufro por lo peor antes de que suceda.
El hecho es que debo ponderar ambas posibilidades, pero
según consejo de mi bendita psicóloga (si la he entendido correctamente),
ponerme en el lado más negativo posible. Y desde ésta perspectiva analizar mis
pasos posteriores y asumir ese lado negativo como la opción inicial. Cuento con
que la madre no se presente con mi hijo y estructuro mi viaje en torno a esa
posibilidad y en el caso de que la madre comparezca con mi niño llevarme una
alegría. Partiendo de esa perspectiva puedo intentar minimizar la ansiedad que
la duda produce, llevarme una posible alegría y llevar el mal trago digerido de
casa.
Así que voy a planear éste viaje, no como 72 horas de
angustia e incógnita, sino como un fin de semana de escapada romántico cultural
que puede traerme la tan ansiada sorpresa de ver a mi niño.
Pasado el trance, asumir lo vivido y tomar las acciones
pertinentes, para todos aquellos que sufráis de depresión por temas que
incluyan aspectos legales deciros que aun siendo poco confiado de la justicia
española, sigo creyendo que más que un tribunal, el tiempo nos dará la razón.
Así que sea cual sea la realidad que nos toca asumir, lo mejor
es afrontarla, y haciéndolo desde la peor perspectiva posible para que todo lo
que suceda posteriormente siempre resulte mejor de lo que esperamos. Es una
forma de amortiguar el golpe y evitar angustias innecesarias. Y si no es así,
no pasa nada, a sufrir y a superarlo, sólo tengo una depresión, saldré de ella
tan fortalecido que lo que hoy me parece una guerra sin tregua mañana me
parecerá una pelea de patio de colegio. Al tiempo.
Por último y como apunte muy personal, para todos aquellos
que, padezcáis depresión o no, sufráis por temas legales (separaciones con o
sin hijos, desahucios, etc) y no dispongáis de recursos para costear un abogado
hay alternativas desde la Justicia Gratuita (buscad en Google) a grupos de
afectados de vuestra índole. Afrontadlo y acudid a un abogado en busca de
soluciones, no os quedéis en los lamentos y solicitad ayuda. Suerte y ánimo.
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