jueves, 5 de marzo de 2015

PASO 20 “DAR PARA RECIBIR”




Espero que el título de ésta entrada no se malinterprete, que con el éxito de la peli de “50 Sombras de Grey” está la gente más caliente que Boris Izaguirre en la playa de Sitges. Hablo de dar en el sentido solidario, de darnos un poco a los demás.

Últimamente me siento un poco como Carrie Bradshaw de “Sexo en NY” (en hetero y con barba) con esto de escribir mis vivencias a diario. Pero ésta mañana al hacer la compra había un hombre de unos 60 años pidiendo en la entrada del supermercado. Un hombre de esos que sabes que realmente necesita ayuda, amable, incluso dulce, sólo de pensarlo me vuelve el lagrimeo. A lo que iba, la primera sensación que tuve fue lástima, ganas de llorar y de egoísmo. Muchas veces nos lamentamos por carecer de tantas cosas que impiden nuestra felicidad cuando vivimos rodeados de gente que lo está pasando realmente mal. Quisiera recalcar lo del sentimiento de egoísmo, ya que aunque considero que tengo razones de sobra para estar mal y padecer una depresión, me siento egoísta cuando soy consciente de la ingente cantidad de gente que en peores situaciones se mantiene fuerte. 

Pero lo tristemente cierto es que ésta enfermedad como casi todas, no atiende a razones ni justificaciones. Te afecta y listo, sólo nos queda afrontarlo y superarla. Continuo que otra vez me desvío del tema, la segunda sensación fue la de sorpresa, justo al fijarme en ese hombre salía una señora del supermercado y antes de dejarle unas monedas de las cobrizas (vamos unos céntimos) llamaba la atención sobre el hombre en cuestión que andaba distraído saludando a mi niño como para hacerle saber que iba a darle unas monedas. ¿Realmente somos tan hipócritas?.

Muchas veces nuestro comportamiento, consciente o no, nos hace perder la fe en el ser humano. ¿Realmente es necesario anunciar a aquel pobre hombre que vas a donarle el equivalente a 30 de las antiguas pesetas para sentirse mejor? Y esto me lleva a pensar en cuantas veces andamos entre gente que necesita ayuda y podemos ayudar (y no me refiero únicamente a las aportaciones económicas), si no el hecho de levantarnos en el metro o en el bus para ceder el asiento a una mujer embarazada o una persona mayor, ayudar a alguien con una compra pesada. Nos estamos deshumanizando y puede que ésta sea un factor relevante en el incremento de los casos de depresión, repito un dato que di anteriormente, hay más de 350 millones de casos en el mundo y subiendo. Cualquiera que tenga mi edad (35 años) y en adelante recordará la sensación de unidad y apoyo que había hace décadas. 

Conocíamos bien a nuestros vecinos y sus necesidades, si fallecía alguien del barrio, acudías al funeral, aún sin conocer al ausente, para dar apoyo a sus familiares y así podría tirarme diez páginas. 

Hoy vivimos en un mundo tremendamente individualista y esto atañe igualmente a las cargas emocionales. Basamos nuestras amistades en contactos de Facebook y followers en Twitter y esos son flacos apoyos cuando estás jodido. Necesitamos para ser feliz mucho más de lo que necesitamos para vivir y tratamos de dar una imagen (y un selfie) cada vez más distante de la realidad.

Pero como dije hace dos entradas al blog, hay parte de nuestra realidad que debemos asumir por ser inmutable e inalterable, como es el hecho de dejar de sentirme culpable cada vez que como con toda la gente que pasa hambre en el mundo. Y una parte que podemos modificar y mejorar. ¿Qué puedo hacer yo por los demás?.

Éste puede parecer más bien un tema fuera del contexto de mi depresión, pero yo no lo veo así en absoluto. Dentro de mis males personales uno que me afecta bastante es el egoísmo. Me siento egoísta por no poder pasar más tiempo DE CALIDAD con mis seres queridos y en especial con mis hijos, me siento egoísta por hacer sufrir a quienes me quieren y me ven mal, me siento egoísta por no poder trabajar… y así podría estar un buen rato, así que me ceñiré al tema y os confesaré que me siento egoísta por padecer una depresión cuando veo a mucha gente, que a grandes rasgos está mucho peor que yo.

Os voy a contar algo que me sucedió el otro día y viene perfecto al tema. La pasada semana me encontré a un viejo amigo que por la falta de contacto se ha convertido en simple conocido. Lo primero que pensé fue en lo poco que me apetecía mantener una conversación superflua y sobre todo el tener que responder un “Bueno, bien” a la eterna pregunta del ¿Y tu qué tal?, pues pasó lo que pasa siempre ante las eternas preguntas, me la hizo y respondí lo habitual. El siguiente paso en toda conversación superflua de éste tipo es que yo pregunte ¿Y qué tal estás tú? Pero el antiguo amigo tornado en conocido, en lugar de responderme el casi obligatorio “Bueno, bien” me respondió: - Me han extirpado ayer un tumor y me han diagnosticado LEUCEMIA. Como podéis imaginar, después de quedarme de piedra sentí un deseo de llorar que pude contener a duras penas y pasamos a una conversación más personal que no voy a relatar ahora.

Lo que me quedó después de tan triste reencuentro fue una dura sensación de tristeza por mi amigo de nuevo y un amargo sentimiento de egoísmo, por quejarme cuando, al margen de la depresión, estoy físicamente sano, joven y dotado para librar un sinfín de batallas.

Pasado éste incómodo y doloroso momento me toca seguir el sabio consejo de mi psicóloga y mi propio raciocinio y buscar la parte constructiva a todo. ¿Qué puedo hacer yo para sentirme un poco menos egoísta? Lo que deriva en otra pregunta más relevante aún en el plano existencial ¿Qué puedo hacer YO por los demás?

Pues enfocándolo desde el aspecto primordial que me ocupa, que es salir de ésta maldita depresión, puedo ser consciente de que por desgracia aún no estoy preparado para incorporarme a la vida laboral y por fortuna dispongo de más tiempo del habitual para torturarme y lamentarme. Así que ¿porque no emplear parte de ese tiempo en hacer algo por los demás?

Así que he decidido hacer una nueva introducción a mi lista de rutinas dedicando una horas de mi vida a los demás. Lo hacía anteriormente y voy a retomarlo. Igual que no os he dicho lo que hice con el hombre que encontré pidiendo a la puerta del supermercado, no voy a decir lo que voy a hacer ahora porque estaría pecando de la hipocresía que antes denunciaba.


En resumen, hay mucho más en nuestro entorno de lo que nuestra mente nos muestra, hay mucha más gente a nuestro alrededor sufriendo de lo que nuestros ven y hay mucho más que hacer por los demás de lo que nosotros pensamos. Sólo hay que buscar, porque basta con dedicar nuestro tiempo (no dinero) en leer cuentos a niños en la unidad de oncología de nuestra ciudad para hacer algo constructivo. Para ellos y para nosotros. Y no hablo de tener que ver a personas en peor situación que yo, que también me haría sentir egoísta, hablo de darme un poco a los demás para, egoístamente, sentirme un poco menos egoísta y cerca de mi curación.

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