Hoy me ha tocado visita a la psicóloga, como comenté en una
de mis primeras entradas del blog, en éstos momentos es de suma importancia
acudir a un especialista, en principio será el médico de cabecera quien te
asigne una de la seguridad social, pero es probable como en mi caso, que no sea
inmediato, sino que tengas que esperar unos meses. Mi consejo y lo que yo hice
fue buscar uno que me atendiese lo antes posible. Si no puedes permitirte este
gasto extra por necesario que sea, busca una alternativa. En mi caso descubrí
gracias a mi pareja un Centro de Orientación Familiar, supongo que exista uno
en cada comunidad. Allí disponen de un equipo de psicólogos, psiquiatras e
incluso abogado. Esto último me parece maravilloso, ya que en muchos casos la
depresión va unidad a problemas legales (desahucios, separaciones, etc).
He tenido la suerte de dar con una psicóloga encantadora que
me está ayudando más de lo que imagina en sólo dos visitas, me ha aportado luz
sobre aspectos muy relevantes sobre mi enfermedad y mi curación. Circunstancias
vitales que yo no había considerado como influyentes, pero son en suma parte de
mi problema. Durante la sesión básicamente vamos charlando sobre temas
normales, de los que suele salir algún aspecto que ella considera de
importancia e incidimos sobre ellos trazando un mapa emocional de mi entorno.
Pero hoy quisiera extenderme sobre una en concreto que
considero un paso clave en mi proceso de superación, y es la que da título a
ésta entrada: Debo aceptar mi realidad.
Cuando hablo de aceptar la realidad, es simplemente ser
consciente de mi situación actual, saber que partes de mi vida, mi existencia,
mi pasado, presente y mi entorno están dando forma a mi enfermedad, a mi
estabilidad emocional y a mí mismo.
Ahora trato de ver, durante unos minutos, mi vida desde otra
perspectiva. Analizar qué aspectos de la misma me causan dolor, qué mecanismos
internos disparan mis crisis de ansiedad e ir más allá. En principio parece fácil
encontrar algunos de esos aspectos, problemas económicos, problemas con la
custodia de un hijo, problemas con su progenitora, problemas para encontrar un
trabajo… Estas vistas desde fuera parecen obvias.
Una vez halladas las evidentes, debemos preguntarnos sobre
otros aspectos de nuestro entorno que pueden estar alimentando al bichito de la
depresión sin que hayamos sido conscientes de ello. Preguntas del tipo ¿Tienes
pareja? ¿Eres feliz con tu pareja? ¿Crees que te apoya tu pareja? ¿Eres feliz donde
vives? ¿Qué echas de menos? El test puede ser tan largo como tus emociones, hay
que conocer ese mapa emocional que conforma nuestro entorno para darse cuenta
de cómo influye todo eso en nuestro estado actual. Lo cierto es que ese trabajo
debe ser principalmente guiado por un especialista, pero una vez llegado a éste
punto, tras éste pequeño “autoanálisis”, es el momento de discernir que parte
de nuestra realidad actual es modificable y que parte es inalterable.
Me explico mediante un par de ejemplos sencillos (que me
gusta a mí un ejemplo), si eres el mejor de los buceadores de profundidad del
mundo, y tu trabajo es tu pasión, te encanta el mar y necesitas sentir el agua cerca
y vives en Toledo lo llevas jodido. Probablemente no encuentres un puesto de
trabajo acorde a tu formación, no podrás desarrollar tus aficiones, echaras el
mar de menos y te sentirás terriblemente frustrado por ello. ¿Podrías modificar
tu situación? Seguramente si te mudas a una ciudad costera o a una isla, al
menos tendrás seguro el mar cerca y más opciones de encontrar un buen empleo.
PERO (siempre hay peros en la vida) si tienes una carga familiar o económica
que te impida el traslado y te obligue a residir en Toledo, esto se convertirá
en uno de los motivos primarios de la depresión.
Lo bueno del ser humano es que entre sus pocas virtudes se
encuentra una increíble capacidad de adaptación, y para ello debemos comenzar
por aceptar aquellos aspectos de nuestra vida que NO se pueden modificar. Si no
se pueden modificar por el momento, pero sí en el futuro, quizá nos pueda
servir de motivación. Si en cambio es una situación que no puede modificar de
manera indefinida hemos de aprender a vivir con ello, ser plenamente consciente
de tu realidad y tratar de adaptarte a ella y que ella se adapte a ti. Vuelvo
con mis ejemplos chorras, si mi anhelo en esta vida es medir dos metros y mido
un metro setenta, esa situación no va a cambiar nunca y deberé aprender a
subirme a sillas para coger los libros más altos y disfrutar de más espacio en
la cama.
Lo dicho, hay situaciones que nos guste o no, debemos vivir
y aprender a convivir con ellas. Puede que Toledo no tenga mar, pero si lo
asumimos y dejamos de buscar el mar y empezamos a andar por sus calles
descubriremos unas vistas increíbles desde el Alcázar.
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