Y no me refiero a huir de ellos que
eso no conduce a nada, me refiero a dejarlos atrás durante un tiempo para
despejar un poco la mente y en éste caso además, tonificar el cuerpo.
Unos pasos atrás hablaba de la
importancia de cuidar el aspecto externo, cuidar nuestra nutrición y comenzar a
realizar algo de actividad física, desde un paseo, un rato de patinaje, lo que
sea.
Pero fiel a mi premisa de “dar un
paso más hacia la curación” , tras salir a andar y patinar unos días, hoy he
vuelto a salir a correr. Con calma, con música alegre de fondo he recorrido en
mi primer día ocho kilómetros. Lo cual no está nada mal después de un largo
periodo de inactividad, debe ser eso que llaman memoria muscular. Además ayer
por la tarde realicé una rutina casera de abdominales, flexiones y sentadillas.
A lo que iba, el mero hecho de
salir a correr hoy, me ha aportado más de lo que imaginaba ésta mañana al
calzarme mi zapatillas de running. En primer lugar desde que inicié la carrera,
sólo tenía consciencia de la música que sonaba en mis auriculares y del bombeo
de sangre a mis anquilosados músculos, sentía como a cada zancada se iban
fortaleciendo y pidiendo más, pero no había lugar en mi mente para pensamientos
angustiosos ni para el desánimo.
Recorridos los primeros cuatro
kilómetros mi cuerpo y mi mente de enfermo ansioso depresivo se aliaron para
tratar de desmotivarme. Me decían – “No puedes más”, - “Eres un débil” – “Deja
de hacer el idiota y vuelve a casa a lamentarte” y demás lindezas alentadoras.
Y éste maligno dúo de cuerpo y
mente enfermos de depresión estuvo a punto de convencerme, de hacerme renunciar…
Hasta que recordé la verdadera la razón por la que hago todo esto. Y no es ni
mucho menos verme más musculado o más guapo, sino estar más sano en cuerpo y
mente, seguir luchando contra el desánimo y vencer ésta enfermedad.
Y consciente de mi verdadera
motivación, convertí en ese momento en un pequeño reto, subí el volumen de la
música y seguí avanzando. Retomé el control de mi mente y de mi cuerpo, me
negué a abandonar y a cada paso me sentía un poco más fuerte, un poco más
decidido. Finalmente, llegué al punto que me había marcado como destino,
recorrí los 8 kilómetros que me había planteado cubrir y tuve la sensación del
atleta que cruza la meta. De éxito.
Ahora veo que ha sido un éxito,
después de la carrera y los estiramientos posteriores fui consciente del éxito
que había logrado. Cumplir una meta, vencer al poderoso desánimo, retomar el
control de mi cuerpo y sobre todo de mi mente, y sentirme un poco más fuerte,
motivado y preparado para continuar la lucha.
Durante una hora dejé literalmente
atrás los problemas y libré una batalla conmigo mismo de la que salí
victorioso. No me gusta entrar en temas científicos porque no soy muy ducho en
ellos, pero una vez leí que el deporte estimula la producción de serotonina (la
hormona de la felicidad) por lo que a los factores favorables de la carrera en
el plano físico y psicológico le añadimos un componente químico, que me ha
hecho regresar a casa con media sonrisa en la cara y las cosas un poco más
claras. Poco a poco vuelvo a ser dueño de mí mismo, a a cada día que pasa y
pasito que doy le voy restando fuerza y espacio al bichito de la depresión.
Así que a partir de hoy, voy a
sacar TODOS los días un rato para salir a correr, supongo que sirve igualmente
con salir en bici, patines, andar, etc. A la medida de las posibilidades de
cada uno, pero hay salir corriendo todos los días de los problemas, aunque sea
un ratito. Ánimo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario