Hoy he pasado, al fin, una buena noche, he dormido ocho
horas del tirón y me he despertado descansado y en cierta calma. Tras una
semana cargada de ataques de ansiedad, poco a poco parece que voy controlando
las crisis y aplicando mi rutina con cierta facilidad.
El problema del insomnio, tan común en los enfermos de depresión,
me está resultando muy difícil de llevar. Supongo que es cuestión de tiempo, de
aplicar algunas técnicas de relajación y del apoyo de la medicación. En mi caso
y probablemente en el tuyo, el primer tratamiento que me indicaron fue muy
preciso, seguía sin poder dormir y recurría al abuso de ellos. Esto fue y y es
un gran error, no sólo no conseguía tener un sueño reparador sino que además es
nocivo para el sistema digestivo y el hígado, por lo que podemos sumar graves
daños al que ya padecemos. Si transcurrido el tiempo que tu especialista
considere prudencial y continúas sin llegar a tener cierta estabilidad
emocional en tu día a día y sin poder conciliar el sueño, no te ofusques, habla
con tu médico o psiquiatra. Lo más probable, como en mi caso, es que te
aumenten la dosis o modifiquen tu medicación. Ten paciencia, pero sobre todo,
evita auto medicarte o una sobre ingesta porque esto podría resultar mortal. Y
no queremos esto. Hemos decidido vivir.
Uno de los síntomas que más me alertó, antes de saber que
padecía depresión (llegué a pensar que tenía un tumor cerebral o algo así), fue
el insomnio, dormía una media de 2 horas al día y me despertaba agitado. Podía
pasarme noches enteras leyendo, viendo la tele o llorando, hasta que por puro
agotamiento caía en un breve espacio de sueño alterado. Obviamente me
despertaba hecho polvo, muerto de asco, sin querer levantarme y sin fuerzas
físicas para ello. Llegué incluso a tener alucinaciones auditivas y
palpitaciones. El problema añadido a los síntomas de la depresión, es que la
falta de sueño altera los procesos mentales, provoca agotamiento crónico, falta
de deseo de vivir y acentúa increíblemente todos los efectos de la enfermedad.
De ahí, que resulte tan importante dormir.
En éste momento me siento un poco como un bebé, tanto en el
sueño como en toda mi rutina diaria, he de aprender de nuevo a hacer muchísimas
cosas que antes me resultaban sencillas. Y por esa razón he decidido aplicarme
una rutina similar a la que llevé a cabo con mis dos hijos y añadirle mis
necesidades personales.
Las últimas horas del día, trato que sean tranquilizadoras,
evitar cualquier estímulo externo desestabilizador, poco a poco voy conociendo
algunos de ellos, aunque quisiera extenderme más sobre esto en el futuro.
Igual que a mis hijos procuro darme un baño o ducha
relajante, siempre a la misma hora, una cena ligera y nada de películas, series
o programas de televisión que me resulten abrumadores o tristes.
Ahora que conozco el tiempo medio de acción de mis
pastillas, que es de una hora (en mi caso), justo antes de ir a dormir. Una vez
en la cama, mientras la medicación hace su efecto aprovecho para una lectura
ligera y agradable, recibir las mañas de mi mujer y cuando siento que Morfeo
llama a mi puerta, me dejo caer en sus brazos mientras llevo a mi cerebro
imágenes positivas.
Hoy me ha funcionado y realmente espero que siga así, por si
acaso tengo en mente aprender técnicas de relajación y respiración tal y como
me aconsejó mi médico para implementarlas a mi rutina. También probé con
pedirle a mí mujer que me cantase “Los cinco lobitos” antes de dormir como
hacía con nuestro hijo. A mi no me ha
ido muy bien, pero lo comparto por si acaso.
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