martes, 24 de febrero de 2015

EL PRIMER DÍA DEL RESTO DE MI VIDA



Hoy, a 24 de febrero de 2015, he tomado dos decisiones que van a cambiar mi vida de forma radical y, espero, definitiva. Dos decisiones, que van a cambiar mi vida como ninguna que haya tomado antes. Y es que éstas dos decisiones, que no sólo marcarán mi vida, sino la de todos aquellos que me rodean, mi familia, mis hijos, mis seres queridos e incluso la de aquellos que me quieren mal. Y fíjate, si es una decisión vital importante, que ha día de hoy, he decidido acabar con mi vida de forma voluntaria.

Si bien, siempre estuve a favor de la eutanasia en caso de enfermedades terminales, y la mía, afortunadamente para mi y aquellos que me aman y tanto estoy haciendo sufrir, no se considera como tal. Para mi, el mal que padezco está acabando lentamente con algo más intangible que la carne, está acabando con mi personalidad, mi humor, mi amor propio, mi psique, mi alma y sobre todo con mis ganas de vivir.

En resumen y como ya habrás adivinado mi enfermedad se llama depresión. Sé que no está catalogada de mortal, pero para mí lo está siendo. Y aunque me haga sentir egoísta, porque según dicen tengo muchas y poderosas razones para vivir, y mi intelecto las dé por válidas… Cada mañana sólo deseo no despertar, dormir indefinidamente. Cada mañana despierto obligado a vivir con el deseo de dejar de hacerlo y dejar de sufrir, un dolor que no puedo describir con palabras, ni con llantos amargos, si no que lo describiría como un grito desgarrador que me secciona el alma y la mente de tal manera que lo que únicamente deseo es que pare. Y la única forma que se me ocurre es quitándome la vida.

En los breves ratos de semilucidez que me otorgan los antidrepesivos, relajantes y la enfermedad, trato de ser consciente que mis males son menores. Tengo una familia que me ama y me apoya, una mujer maravillosa y dos hijos que no merezco, se me supone cierto talento laboral y antaño un ánimo y un humor brillantes. Pues con todo eso y mucho más, yo sólo alcanzo a cebarme en mis debilidades, en mis errores, en como estoy preocupando y haciendo sufrir a aquellos que me quieren y en como estoy descuidando a mis hijos por ésta enfermedad. Y aunque no considero que merezcan ni una millonésima parte del daño que les estoy causando… no puedo evitar sacar fuerzas para cuidar de ellos y continúo sintiéndome un egoísta por seguir queriendo dejar éste mundo.

Y es que así de cruel es ésta puta enfermedad, que aún cuando tus males pragmáticos sean mucho menores que los de algunos que no la contraen y continúan luchando, si te afecta se ceba contigo, y todas las heridas de tu alma e intelecto, por pequeñas que sean… resultan mortales.
Pero ya me he desarrollado bastante con la primera de mis dos decisiones del día de hoy, y es que por muchas razones que me den para salir de éste pozo, sólo existe una realmente para aunar coraje y fuerzas pasa luchar por salir: Tú. Así que la segunda gran decisión que he tomado hoy es la de VIVIR.

Afortunadamente mis decisiones iban en éste preciso orden cronológico, ya que al revés me hubiese resultado imposible y hubiese sido un gran error. Mi VIDA, tu VIDA, es un don, al margen de todos los problemas, obligaciones y motivaciones que nos rodean….La VIDA es un don, y como tal he decidido preservarlo. Y es que he descubierto que vivía en un foso en el que cada día cavaba un poco más y me enterraba en él, y por muchas razones que hubiese por salir del foso, yo sólo pensaba en cavar y cavar hasta que me faltase el aire y quedarme en el por toda la eternidad. Pero en ese descubrimiento hallé otra gran verdad, que no es ni religiosa, ni ninguna de todas aquellas que me recitaban como razones para salir del pozo. Era mucho más simple y empírico que todo eso. Mi hallazgo era que fui YO MISMO quien cavaba el foso, y obviamente, SOLO YO podía dejar de cavar y tratar de salir.

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