viernes, 10 de abril de 2015

PASO 46 "EL ALMA DEL GUERRERO"




Desde que decidí superar mi enfermedad, adopté el alias de Luchador Depresivo, en ningún momento por ocultar mi identidad, sino porque el término de Luchador definía mejor mi nueva actitud frente al bichito de la DEPRESIÓN.

Actualmente sigo sintiéndome un luchador contra ésta maldita enfermedad, pero con el conocimiento de que ésta lucha es tan sólo parte de una guerra mayor: MI VIDA.

Y es que ésta lucha es tan sólo algo que debía suceder en el campo de batalla que es mi vida. Nuestra existencia, desde que nacemos es una guerra continua en la que nuestro desarrollo personal conforma la solidez de nuestro ejército y la utilidad de nuestras armas, en resumen, que si me encuentro derrotado en ésta lucha contra la depresión, es porque no estaba suficientemente preparado en mi guerra por la vida.

Ahora soy plenamente consciente que no han sido mis enemigos, es decir mis problemas y mis errores, quienes me han vencido, sino que he sido yo el que se ha dejado derrotar por posicionar mal a mis tropas, desarmadas y a pecho descubierto.

Por tanto me hallo en la obligación de asumir esta lucha como parte de una guerra que durará toda la vida y a asumir que cada paso que de, cada lección que aprenda y hasta el más mínimo error que cometa debo ser yo, y sólo yo quien los convierta en soldados armados y cualificados para superar las siguientes batallas y llegar con éxito al final de mi guerra y con las menores bajas posibles.

Éste nuevo estado de consciencia me empuja a observar más allá de ésta pequeña derrota que supuso la conquista y posterior reconquista de mi vida, a entender toda mi vida como una batalla que debo vencer, ahora y siempre. Desde que nacemos llorando todo empeora, lo tristemente cierto es que incluso aquellos que consideramos poderosos en el combate, es decir, los ricos, sanos, guapos, exitosos, etc guardan su punto débil cual Aquiles y son susceptibles de ser pateados por la vida y morder el polvo del que procedemos.

Así que, aunque no deje mi seudónimo, interiormente me he convertido en guerrero, y donde un día cohabitaban el bichito de la depresión y el espíritu del vencido hoy ha emergido EL ALMA DEL GUERRERO.

Como buen guerrero mi tarea consiste en definir mis objetivos, administrar mis fuerzas, ser objetivo con mis capacidades y por supuesto mis incapacidades, ser paciente, persistente. Igualmente debo ver cada conflicto como una pequeña pieza de mi desestructurado puzzle existencial y darle una perspectiva más amplia para poder colocarlo. Y lo que me resulta más complicado desde que tango alma de guerrero es la necesidad de verme obligado a sacrificar algunos soldados por el bienestar de muchos.

Voy a hacer uso de nuevo de mis amados ejemplos chorras para explicar con más detalle ésta complicada parte de la guerra. Supongamos que Jose María de los Tacones, proviene de una familia acomodada, hizo la carrera de medicina al igual que su padre y su abuelo, y es el médico de cabecera más respetado (como lo fueron su padre y su abuelo) del imaginario pueblo "Conservador`s City".

Como podéis imaginar, tanto su familia como sus pacientes y vecinos son ultraconservadores, tanto que no querrían ser ni familiares ni pacientes si supieran que Jose María de los Tacones se enamoró perdidamente de un compañero de clase mientras estudiaba medicina en Madrid.

El hecho de no poder llevar, digamos, una vida normal en "Conservador´s City" y tener que fingir y ocultar su homosexualidad ante su familia, vecinos y amigos, no sólo le ha sumido en una depresión siendo un médico prestigioso, de buena familia, con recursos, salud y buena apariencia, sino que además le ha hecho tan débil para la batalla que la guerra que supone su vida está condenada al fracaso.

La única solución posible de armarse para dicha guerra y tener opciones de éxito requiere muchos sacrificios, o bien su familia, sus vecinos, su puesto de trabajo e incluso su lugar de residencia, pero probablemente deberá sacrificar algo de lo que posee para poder seguir luchando.

En resumen, la depresión es sólo una lucha de las mucha que nos ha tocado y tocará librar en la guerra de nuestra vida. De nosotros depende imbuirnos del espíritu del guerrero y asumir la necesidad de realizar grandes sacrificios por un bien mayor y tomar perspectiva y conocimientos.

Como sabéis quienes me leéis acostumbro a despedirme con una cita célebre, pero en ésta ocasión voy a tener la osadía de usar una frase propia:

"Cuando nacemos nos obligan a llorar para constatar que estamos vivos, ahora mi obligación es la de reír para recordar que sigo con vida"

Fabio Alonso

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