lunes, 13 de abril de 2015
PASO 48 "ESCUCHA TU VOZ INTERIOR"
Hasta hace poco mi voz interior no hacía más que gritar dando órdenes y malos consejos, recordando mis errores y mis defectos, aumentando mis miedos e inseguridades.
Afortunadamente, con el tiempo descubrí que, no era mi voz interior, sino la voz del bichito de la depresión la que hablaba. Había tomado el control y mandaba sobre mi mente y mi cuerpo hasta casi consumirlos.
Una vez identificada y casi silenciada la aguda y atenazante voz del bichito, pude volver a escuchar, cada vez más alta y clara, mi VOZ INTERIOR.
Tras varios años de ignorar mis propios deseos, anhelos e incluso necesidades me he visto en la obligación de prestar atención a las señales que mi mente y mi cuerpo me envían recriminándome esa falta de atención a mis prioridades, no es que haya vivido engañado ni mucho menos, he vivido ciego y sordo a lo que mi mente me demandaba.
Esa falta de atención a mis demandas emocionales han sido uno de los precursores, no sólo de mi depresión, también de una infelicidad que no supe reconocer y definir hasta ahora. En ocasiones resulta más fácil y cómodo desoír nuestra voz interior prestando especial atención a lo que yo llamo "placebos emocionales". Voy a poner uno de mis ejemplos chorras para definir éste concepto.
Imaginemos que nuestra vocación es ser cantante, amamos cantar y encima se nos da de maravilla, pero dedicarse a la canción es una carrera dura, incierta, ocasional, estacional y que requiere movilizarse para realizar bolos veraniegos y seguir la ruta de las festividades locales.
Supongamos también que deseamos formar una familia y ésto resulta en ocasiones difícil de conciliar con el mundo artístico. En éste supuesto, es posible que optemos por buscar un aburrido trabajo estable, que te proporcione un salario fijo y facilita la creación de un núcleo familiar compacto y cercano. Pero lamentablemente en éste supuesto, existe la posibilidad de ser tremendamente infeliz por no dedicarte a usar tu don y vivir de tu vocación. En ese momento, entra en juego el placebo emocional, nos hacemos creer que es mejor poder disfrutar de las fiestas del pueblo que ser la persona que canta para amenizarlas. Pero ¿es realmente cierto o es un placebo emocional? ¿De verás no deseas ser tú quien haga bailar a los congregados en lugar de ser un parroquiano más?.
El uso de los placebos emocionales y la falta de atención sobre nuestra voz interior suele ser causa de depresión e infelicidad- La sinceridad es una virtud muy apreciada pero habitualmente muy poco usada con nosotros mismos, no se trata de qué deseas o con qué sueñas, porque muchas veces ésto suele carecer de objetividad, sino de ¿qué necesitas para no ser infeliz?.
Por supuesto que la felicidad no es un estado emocional regular y constante, está forjada de pequeños momentos, pero al contrario, la infelicidad si tiene la capacidad de ser crónica y muchas veces basta con ser sinceros con uno mismo y escuchar nuestra voz interior para alejarnos de ella.
Normalmente, atender a nuestras necesidades puede parecer que altera el cubrir las necesidades de nuestros seres queridos y de nuestro entorno, lo que nos dificulta aún más huir de la infelicidad, pero ¿realmente quienes te quieren merecen una versión infeliz de tí?. ¿No será mejor atender y seguir esa voz interior, dejar de amargarte y proporcionar felicidad a quienes te rodean?.
Y como viene siendo habitual me despido con una cita célebre, en ésta ocasión del difunto Steve Jobs (cofundador de Apple).
"Tu tiempo es limitado así que no lo desperdicies viviendo la vida de otras personas, no dejes que el ruido de las opiniones de otros ahogue tu propia voz interior. Y lo más importante, ten el coraje de seguir tu corazón e intuición. De alguna manera ya conocen lo que realmente quieres hacer. Todo lo demás es secundario".
domingo, 12 de abril de 2015
PASO 47 "EL ESPÍRITU DEL ALQUIMISTA"
En el plano espiritual de la alquimia, el alquimista debía transmutar su propia alma, antes de trasmutar los metales. Pues cual guerrero alquimista voy a intentar de modificar y adaptar mi personalidad acorde a mis necesidades para la lucha que mantengo contra la depresión y para la guerra que supone la vida en sí misma con objeto de encontrar la paz.
Además, me veo en la necesidad de trasmutar factores que son de motivación e inspiración, pero que según las circunstancias se convierten en motivo de culpa o miedo, hasta convertirlos en un elemento más valioso que el oro. EN FUERZA.
En éste momento no voy a hacer uso de mis queridos ejemplos chorras, ya que tengo la necesidad de compartir y desahogar el origen de ésta buena lección.
Mi recuerdo de la infancia sobre la paternidad, aunque me haya criado sin un padre, es el de aquel hombre amante de los bares, el fútbol y de sacar la mano a pasear que era poco dado a las muestras de afecto en público y se pasaba la vida trabajando pero mantenía su presencia en el hogar, gracias a una madre que no se cansaba de repetir a los hijos: "Verás cuando se lo diga a tu padre". Frase efectiva de manera inmediata para imbuir respeto y temos entre los menores.
Hoy creo que los padres en general hemos adoptado un rol más maternalista, nos ocupamos de manera solidaria de sus necesidades, educación, aseo y resulta normal el cariño ilimitado de padres a hijos. Obviamente y muy a mi pesar ignoro el vínculo carnal que se establece entre madres e hijos, de lo que no me cabe duda, es de que el amor que siento por mis hijos solo puede ser muy levemente superado por ese vínculo.
Si bien estoy de acuerdo con la graciosa y eterna expresión de "Daría la vida por mis hijos" de lo que no dudaría ni un segundo, lo cierto en mi caso es que ellos me han dado la vida a mí. De no ser por ellos estoy convencido de que no seguiría en éste mundo, son mi razón de ser y la muestra viviente de que pese a todos los errores que haya podido o pueda cometer en ésta vida he hecho dos seres maravillosos que han cambiado mi forma de entender la vida.
Como la tradición de algunos pueblos, en las que aquellos que son salvados por otro hombre, deben su vida a su salvador, yo les debo la vida a ellos. Les debo amor, protección, seguridad, apoyo, etc, pero sobre todo les debo convertirme en un hombre y padre digno de haber sido salvado por ellos. Y en éste momento no me siento como tal.
En primer lugar, siento que me hallo en mitad de una encrucijada, en la que todos los caminos posibles guardan riesgo, peligro y dolor, pero sólo uno me llevará a donde quiero. En la tesitura de tener que tomar decisiones que a medio plazo den resultados, pero que a corto plazo resultan duras de tomar y llevar a cabo. Y en la necesidad de tener que realizar cambios en mi vida, que me impidan ver a mis hijos tanto como quisiera para poder ofrecerles a ellos y a mí mismo un futuro mejor.
Ahí es donde entra en juego mi nueva alma del guerrero y sobre todo mi espíritu de alquimista.
Por ejemplo (y lamentablemente éste no es chorra) supongamos que para poder mantener a tus hijos y cubrir sus necesidades, debes trabajar lejos de su hogar, y por tanto pasar de verles cada noche a disfrutarlos sólo los fines de semana o 4 días cada quincena. En principio parece lógico elegir ésta opción ya que aparte de consolidar tu vida y la de ellos, es posible que esos días dedicado a ellos sean de calidad superior a varias noches cansado y amargado. Pero no por lógico deja de ser duro, muy duro. Para éste ejemplo como cualquier otro similar, la alquimia emocional juega un papel importantísimo.
Si en lugar, de padecer añoranza, culpa, miedo o dolor desde el momento de la despedida hasta el reencuentro, trasmutamos esos sentimientos negativos en pensamientos de motivación, felicidad, amor y sobre todo conscientes que cada día que pasa te acerca a ellos en lugar de alejarte, el cambio realizado será mucho más fácil de llevar y asimilar. Porque recuerda, era un cambio necesario.
Así que en nosotros reside esa increíble capacidad para gestionar nuestras emociones acorde a nuestra realidad y necesidades para lograr un bien mayor.
Y como ya es costumbre me despido con una cita, en ésta ocasión como la anterior, no es célebre y probablemente nunca lo sea porque es de éste humilde luchador:
"Los pasos más duros son los que te llevarán más alto, los pasos más firmes serán los que te eviten caer, y todos los pasos recorridos te darán la fuerza para levantarte si tropiezas".
Fabio Alonso.
viernes, 10 de abril de 2015
PASO 46 "EL ALMA DEL GUERRERO"
Desde que decidí superar mi enfermedad, adopté el alias de Luchador Depresivo, en ningún momento por ocultar mi identidad, sino porque el término de Luchador definía mejor mi nueva actitud frente al bichito de la DEPRESIÓN.
Actualmente sigo sintiéndome un luchador contra ésta maldita enfermedad, pero con el conocimiento de que ésta lucha es tan sólo parte de una guerra mayor: MI VIDA.
Y es que ésta lucha es tan sólo algo que debía suceder en el campo de batalla que es mi vida. Nuestra existencia, desde que nacemos es una guerra continua en la que nuestro desarrollo personal conforma la solidez de nuestro ejército y la utilidad de nuestras armas, en resumen, que si me encuentro derrotado en ésta lucha contra la depresión, es porque no estaba suficientemente preparado en mi guerra por la vida.
Ahora soy plenamente consciente que no han sido mis enemigos, es decir mis problemas y mis errores, quienes me han vencido, sino que he sido yo el que se ha dejado derrotar por posicionar mal a mis tropas, desarmadas y a pecho descubierto.
Por tanto me hallo en la obligación de asumir esta lucha como parte de una guerra que durará toda la vida y a asumir que cada paso que de, cada lección que aprenda y hasta el más mínimo error que cometa debo ser yo, y sólo yo quien los convierta en soldados armados y cualificados para superar las siguientes batallas y llegar con éxito al final de mi guerra y con las menores bajas posibles.
Éste nuevo estado de consciencia me empuja a observar más allá de ésta pequeña derrota que supuso la conquista y posterior reconquista de mi vida, a entender toda mi vida como una batalla que debo vencer, ahora y siempre. Desde que nacemos llorando todo empeora, lo tristemente cierto es que incluso aquellos que consideramos poderosos en el combate, es decir, los ricos, sanos, guapos, exitosos, etc guardan su punto débil cual Aquiles y son susceptibles de ser pateados por la vida y morder el polvo del que procedemos.
Así que, aunque no deje mi seudónimo, interiormente me he convertido en guerrero, y donde un día cohabitaban el bichito de la depresión y el espíritu del vencido hoy ha emergido EL ALMA DEL GUERRERO.
Como buen guerrero mi tarea consiste en definir mis objetivos, administrar mis fuerzas, ser objetivo con mis capacidades y por supuesto mis incapacidades, ser paciente, persistente. Igualmente debo ver cada conflicto como una pequeña pieza de mi desestructurado puzzle existencial y darle una perspectiva más amplia para poder colocarlo. Y lo que me resulta más complicado desde que tango alma de guerrero es la necesidad de verme obligado a sacrificar algunos soldados por el bienestar de muchos.
Voy a hacer uso de nuevo de mis amados ejemplos chorras para explicar con más detalle ésta complicada parte de la guerra. Supongamos que Jose María de los Tacones, proviene de una familia acomodada, hizo la carrera de medicina al igual que su padre y su abuelo, y es el médico de cabecera más respetado (como lo fueron su padre y su abuelo) del imaginario pueblo "Conservador`s City".
Como podéis imaginar, tanto su familia como sus pacientes y vecinos son ultraconservadores, tanto que no querrían ser ni familiares ni pacientes si supieran que Jose María de los Tacones se enamoró perdidamente de un compañero de clase mientras estudiaba medicina en Madrid.
El hecho de no poder llevar, digamos, una vida normal en "Conservador´s City" y tener que fingir y ocultar su homosexualidad ante su familia, vecinos y amigos, no sólo le ha sumido en una depresión siendo un médico prestigioso, de buena familia, con recursos, salud y buena apariencia, sino que además le ha hecho tan débil para la batalla que la guerra que supone su vida está condenada al fracaso.
La única solución posible de armarse para dicha guerra y tener opciones de éxito requiere muchos sacrificios, o bien su familia, sus vecinos, su puesto de trabajo e incluso su lugar de residencia, pero probablemente deberá sacrificar algo de lo que posee para poder seguir luchando.
En resumen, la depresión es sólo una lucha de las mucha que nos ha tocado y tocará librar en la guerra de nuestra vida. De nosotros depende imbuirnos del espíritu del guerrero y asumir la necesidad de realizar grandes sacrificios por un bien mayor y tomar perspectiva y conocimientos.
Como sabéis quienes me leéis acostumbro a despedirme con una cita célebre, pero en ésta ocasión voy a tener la osadía de usar una frase propia:
"Cuando nacemos nos obligan a llorar para constatar que estamos vivos, ahora mi obligación es la de reír para recordar que sigo con vida"
Fabio Alonso
miércoles, 8 de abril de 2015
PASO 45 "APRENDE A LEVANTARTE"
Ésta última semana ha sido intensamente compleja, larga y dura. Tanto que he vuelto a asomarme al pozo que ya sentía lejano y he vuelto a sentir el frío aire de sus entrañas golpeando mi cara. Si hace tan sólo un par de semanas me sentía cercano a reducir la medicación, ahora estoy deseando que llegue el próximo lunes para visitar a mi psicóloga.
Y es que durante este largo y duro proceso de curación y superación, mi vida, tal y como la conocía hasta ahora, necesitaba y necesita de muchos cambios y sus posteriores adaptaciones.
Todo proceso de cambio resulta angustioso, el miedo a lo desconocido y lo nuevo es inherente al ser humano, y más cuando mientras padeces una depresión, es cuando más crees necesitar estabilidad en tu vida.
Lo que resulta obvio es que si tu rutina y tu "estabilidad" anterior te han llevado a pasar por una depresión es la necesidad de realizar cambios en todo tu entorno, aunque ello pueda parecer indicar sumirte de nuevo en el caos, también se puede como un modo de barrer todas aquellas conductas y procesos cognitivos y lanzarse a una reconstrucción completa de tu nuevo yo.
Lo cierto es que una vez que conocí al bichito de la depresión también conocí varios aspectos de mi personalidad y de mi modo de pensar o actuar que aborrezco. Sin ser consciente de ello me había convertido en otra persona, muy diferente a la que era en el pasado, pero sobre todo, opuesta a la persona que deseo ser en el futuro.
Había terminado por acostumbrarme a vivir una vida que no era la mía, por conforma con poco y añorar e incluso desear mucho. A vagar sin un rumbo fijo calzando unos pesados zapatos de cemento que sólo ralentizaban mi camino, que en lugar de ser recto era errático y en círculos. Persiguiendo un futuro al que en realidad no deseaba llegar, hasta el punto que mis raudos pies y mis largas alas llegaron a atrofiarse hasta quedar casi inutilizables.
Durante mi paso por ésta vida, he oído o me han hecho sentir un montón de lindezas, que no hacían más que aumentar mi inseguridad, mis miedos y condicionar mi camino y la forma de ver la vida. Me han llamado loco, inmaduro, inestable, egoísta, desequilibrado e incluso me han llamado SOÑADOR a modo de insulto por ser inconformista, optimista en exceso y con deseos de volar hacia el sol aunque significase acabar como Ícaro. Ahora visto desde otra perspectiva, quizá Ícaro fue inmensamente feliz mientras se acercaba al sol y el resto de mortales agonizaban en vida con sus pies enraizados.
Ahora creo entender que no es que yo sea raro, diferente o "esté más loco de lo normal", si no que comparto una condición con el resto de los mortales que es la que más nos diferencia: SOY ÚNICO.
Por esa razón, y pese a que las razones de infelicidad que tengo puedan ser comunes con la mayoría de los seres humanos, las razones para ser feliz y el modo de lograrlo son tan personales que entiendo que sea tan raro para muchos.
Hay quienes como yo, tienen miedo de una existencia vacía, gris, aburrida y preestablecida y nacemos con el ansia de bebernos la vida del sediento que apura la última gota de su cantimplora en medio del desierto. Y obviamente hay quienes el hecho de no saber cual será la siguiente comida es una causa de inseguridad y miedo.
En resumen, si el personaje principal de la historia de tu vida, que eres tú, vive una vida con un desenlace que temes, una existencia que aborreces en un lugar que te desagrada y en un entorno que no es el tuyo, sólo existen dos desenlaces posibles. Aceptar esa historia como propia o luchar por cambiar todo aquello que te ha sumido en una depresión o en la infelicidad.
En ese camino hacia el cambio, es inevitable caerse más de una vez, no sólo a causa del miedo o la confusión, es posiblemente por el mero hecho de recorrer un camino que sencillamente no conoces. No importa cuantas veces caigas, lo único que importa es saber hacia dónde ir y ser lo bastante fuerte para levantarte una y otra vez hasta que llegues a tu destino.
"Quedarse en lo conocido por miedo a lo desconocido equivale a mantenerse con vida pero no vivir"
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